En general, las personas desconocen hasta qué punto es importante el apoyo durante la lactancia materna. Un apoyo con conocimiento, claro, no basado en mitos y falsas creencias.
Apenas hace un mes que visité a una mamá con su bebé recién nacido durante una de las asistencias a mi voluntariado en el Hospital General. La chica estaba alegre porque quería amamantar a su niña, pero me refirió que sentía un dolor insoportable cuando la criatura se le agarraba a los pezones. Estuve con ella viendo la toma y aparentemente estaba bien, pues en apenas 24 horas de vida no es fácil detectar problemas. Aun así, le comenté que cuando saliera del hospital y si el dolor persistía, acudiera a visitar a una de nuestras asesoras que atiende en el pueblo de al lado de donde ella venía. Le dije que, por lo que me refería, era muy posible que la niña tuviera un frenillo y para ello tendrían que hacerle un diagnóstico y un seguimiento del mismo para poner solución en caso de que necesitara una frenotomía.
Han pasado poco más de tres semanas y me ha llamado la asesora en cuestión para contarme sobre esta madre. Y todavía me estoy reponiendo del disgusto.
Efectivamente el dolor continuaba y cuando la madre no pudo más acudió a la matrona de su Centro de Salud, quien observó una mastitis y derivó a la persona oportuna (médico) para que le dieran un tratamiento antibiótico.
Hago un paréntesis para comentar que, durante cierto tiempo se han tratado las mastitis con un antibiótico bastante común, pero a día de hoy y tras numerosos y constantes estudios, se ha podido verificar que la mayoría de mastitis están causadas por el estafilococo aureus y por el estreptococo epidermidis, de los cuales la mayoría de las cepas son resistentes a estos antibióticos y necesitan, para su total curación, uno muy específico. Y sabemos cuál es.
La madre, no bien sin pesar, tomó el antibiótico que, como era de esperar no le hizo ningún efecto y además, le produjo un efecto rebote. Los pechos comenzaron a tener una ingurgitación que añadida a la mastitis, le producían un dolor insoportable. Entonces acudió a nuestra asesora… quien, viendo que era demasiado tarde y el tema ya no era de su incumbencia, la puso en contacto con un médico de referencia para nosotras, el único que por aquí sabe tratar estos temas tan concretos.
La mujer llegó a él en tal estado, que fueron necesarias varias punciones para extraer el pus de los pechos. Y el doctor verificó en la niña un frenillo de tipo 4 hasta entonces NO diagnosticado. Pero el tiempo había corrido muy en su contra y ya se había producido un absceso, con lo cual terminó en el quirófano del hospital para abrir el pecho y realizar una buena y urgente limpieza del mismo.
El bebé, en estas circunstancias, tuvo que ser alimentado con leche artificial y así continuará, pese a que en caso de un absceso no es necesario destetar. Se recomienda que la madre amamante al bebé del pecho sano, y durante un par de días se extraiga del pecho intervenido. Una vez transcurridas estas 24-48h puede volver a lactar del pecho enfermo, protegiéndose la herida y el drenaje para que el bebé no lo arranque sin querer.
Mi compañera, la asesora, me contaba cómo lloraba esta madre. Por el dolor físico y por el dolor que le causaba no poder amamantar a su primera hija. Apenas pudimos contener ambas, también las lágrimas, pero sabemos que como asesoras voluntarias hicimos lo que pudimos, no nos correspondía más.
Y ahora viene la siguiente cuestión. Si yo como VOLUNTARIA no paro de hacer cursos de reciclaje y formación, si yo como asesora de un grupo de apoyo a la LM, sin ser experta en anquiloglosias soy capaz –por la clínica que la madre me refiere- de detectar una anomalía, si yo como asesora sé cuál es el antibiótico indicado para este problema de mastitis en concreto… ¿por qué el personal sanitario NO lo sabe?
Las asesoras voluntarias NO cobramos por nuestra labor, NO tenemos el prestigio del que constan los médicos y matronas, NO podemos diagnosticar ni tratar, pero somos las que estamos a pié del cañón con las madres durante sus lactancias.
En cambio, parte del personal sanitario que está con las madres y es a quien les corresponde tratar con las posibles patologías derivadas de la lactancia, NO están actualizados y lo que es peor, la mayoría NI siquiera están formados en lactancia materna.
En noviembre de 2010 se hicieron unas jornadas gratuitas de actualización sobre lactancia materna en el Hospital General de Valencia, impartidas por Sina. Yo estuve en ellas y entre todas las asistentes sólo acudieron tres profesionales de toda la Comunidad: una enfermera del propio hospital, una enfermera de un Centro de Salud y una enfermera de un hospital de Castellón.
Recientemente se ha terminado una formación intensiva en la Facultad de Medicina de Valencia, éste no era gratuito pero su coste apenas era significativo en proporción a la formación e información que a través de él se podía adquirir. También estuve en él y el personal sanitario que allí estaba, se podía contar con los dedos de una mano.
Estas palabras no son una descalificación hacia los profesionales de la salud, sino una llamada a la conciencia. Hoy en día hay posibilidades para una formación específica en lactancia materna y para un reciclaje continuado respecto a la misma. Pero desconozco la razón por la que son todavía muy pocos los médicos, matronas y personal de enfermería que acuden a estos cursos. Y lo digo tal y como lo conozco y como lo he vivido, asumiendo la responsabilidad mis palabras.
Ojalá lo que le ha sucedido a L., la mamá en cuestión, no ocurra nunca más. Ojalá se incluya en en la especialidad de pediatría, en la de matrona y en la enfermería, una buena formación sobre lactancia materna. Y ojalá los profesionales tengan conciencia de lo que es amamantar, a nivel físico y a nivel emocional, para los bebés y para sus madres. Y en definitiva para la sociedad y para el planeta.
Extraido del blog AMAMADOULA.
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