martes, 7 de febrero de 2012

Muerde el pecho


A menudo se escucha a mamás que tienen el problema de que sus hijos les muerden el pecho al ser amamantados o incluso algunas personas que bienintencionadamente al ver a nuestros hijos con dientes mamando nos sueltan eso de ¿no te muerde?
Pues bien, os copiamos este extracto del libro de Yolanda González "Amar sin miedo malcriar"

Muerde el pecho
En los grupos de lactancia y en las consultas, suele salir este tema de vez en cuando. La última vez que surgió, una madre lo narró así: “Cuando estoy tan tranquila, me pega un mordisco y me hace mucho daño. ¿Qué hago?”. Pregunto si alguna madre más se encuentra con una situación similar. Otra madre que lleva algún tiempo en el grupo, dice: “A mí también me ha empezado a morder” Sigo indagando y pregunto cuándo ocurre esto. La primera me dice que en cualquier momento y la segunda que cuando se está durmiendo. Son dos situaciones diferentes. Lo primero que aclaro es que cuando los bebés se están durmiendo en ocasiones cierran los maxilares, como si quisieran asegurarse de mantener el pezón en la boca.

Si no tienen dientes, simplemente la madre siente la presión que ejerce su mandíbula en el pecho, aunque lo puede interpretar como morder. Esto no es morder. Incluso aunque tengan dientes, si ocurre en ese momento tampoco hay una intencionalidad de morder. Simplemente cierran las mandíbulas. Lo segundo que señalo es que, efectivamente, a veces los bebés muerden. Cuando lo hacen tenemos que preguntarnos “por qué” antes de “qué hacer”. Son muchos los motivos que puede haber detrás de morder. Básicamente:

- muerden porque están hiperexcitados y necesitan descargar la sobrecarga de estimulación
- muerden como expresión de rabia ante la frustración
- muerden, en ocasiones, por la irritabilidad producida por la salida de la dentición.

Lo más importante para comprender los motivos por los que un bebé muerde es preguntarse cómo te encontrabas en ese momento y qué estabas haciendo cuando el bebé mordió el pecho. Las respuestas a veces son vagas: “No sé”, “no me acuerdo” o “nada”. En los grupos, no considero suficiente estas respuestas que sólo buscan recetas inmediatas e intento indagar más para que conecten con su estado en aquel momento. Generalmente, la indicación que doy es que observen la interacción y en el próximo grupo la compartan. De forma muy habitual, la madre reconoce que el mordisco ocurre cuando está distraída. Bien porque ve la televisión o habla por teléfono o está sumergida en sus pensamientos. En todos estos casos, la madre está ausente. Y nunca mejor dicho, “no hay cosa que más rabia le de a un bebé” que el hecho de que su madre esté ausente mientras amamanta. Y no sólo a los bebés les produce rabia la ausencia emocional, sino a muchos adultos que refieren su experiencia infantil con relación a sus padres, durante el proceso terapéutico. Por tanto, es una clara expresión de rabia. Sí, rabia. Los bebés tienen emociones intensas y totales, que no pueden relativizar. Les invaden directamente y sin ningún filtro y, si no hay represión o inhibición, la expresan. También puede ocurrir que la madre esté irritable y al bebé le resulte desagradable mamar en esas condiciones. O los motivos antes señalados. En el caso de que responda a una situación de rabia, hay que tener presente que le bebé está en plena fase oral del desarrollo evolutivo. Recordemos que durante ésta, la boca es la sede del placer. Pero también es la única zona desde donde se puede expresar la rabia. Todavía no pueden usar las manos y los pies para golpear, por tanto es el lugar privilegiado para la expresión de la rabia ante la frustración emocional.

En la dinámica grupal, acostumbro a preguntar: “¿Qué haces cuando te muerde?”. A veces, las madres dicen que manifiestan inicialmente sorpresa, si el mordisco es suave. Ante la gesticulación de la madre, el bebé puede llegar a sonreír y, ajeno a su sentimiento, querer repetir el mordisco para observar la respuesta de la madre. Y de esta manera convertirse en un círculo vicioso que ni uno ni otro saben romper. En los casos en los que el bebé sonríe después de morder o justo antes, las madres le atribuyen un entendimiento similar al adulto. “Sí, entiende, porque me mira y se ríe”, objetan algunas mujeres, atribuyéndole una maldad de la que no dispone. Se ríe porque no sabe todavía interpretar el gesto novedoso y ruidoso que se produce cuando él muerde. Por otro lado, hay madres que responden gritando: “¡Ay, eso no se hace!” y le retiran el pecho, provocando un susto al bebé, que inmediatamente llora o se contrae no entendiendo lo ocurrido, por muchas explicaciones que le des.

Algunas monitoras de lactancia y algunos grupos pro-lactancia sugieren que la madre debe hacer saber al bebé que “eso no se hace”. El objetivo de este planteamiento es intentar que no se vuelva a repetir el mordisco, pero se está ignorando la causa y atendiendo sólo a la conducta. Si un bebé muerde, es por algo. No es un capricho, probablemente esté rabioso o responde a los motivos anteriores. Morder le permite, en plena fase oral, descargar la tensión que acumula en la boca, fruto de la frustración (o de una posible irritación puntual por la salida de los dientes). Descargar esta tensión le produce relajación y placer. Veremos qué hacer, pero primero tenemos que comprender. La solución no es reprimir al bebé, sino saber primero la causa y en segundo lugar ayudar a la madre a recuperar el contacto consigo misma y con el bebé. No vale cualquier reacción para lograr el objetivo. Las reacciones de las madres ante los mordiscos son importantes.

Main y Hesse (1992) destacaron que “es casi tan perjudicial para el niño sentir a la madre como alguien que asusta, como sentir que ella es la asustada”

Fonagy y Target (1996), con relación a la reacción de la madre que se asusta ante el mordisco del bebé, destacan: “Por ejemplo, un bebé puede morder el pecho de la madre con placer lleno de emoción y producir una reacción de ira o aversión. Si estas experiencias son frecuentes, puede esperarse que tengan un efecto desorganizativo en la comprensión del bebé de sus propios estados, ya que su emoción y placer se igualan a ira y rechazo en su madre” generando un gran desconcierto en el bebé, que siente cómo sus emociones aterrorizan a la madre.

Por tanto, insistiré a lo largo de todo el libro como lo hago en todos los grupos en el cómo de nuestra respuesta es fundamental. No sólo en el caso de los mordiscos, sino en toda la interacción con el bebé. Recordemos que los bebés captan la emoción del lenguaje, no su contenido. Y fijaos si es importante que, según D. Stern (1995), en las comunicaciones con el bebé: “El tono, el timbre y el ritmo contribuyen a su seguridad o inseguridad”.

Qué hacer

- En primer lugar, detectar qué y por qué está pasando, como hemos visto anteriormente. Encontrar la causa puede hacer desaparecer del todo esa manifestación.
- Si ha ocurrido puntualmente y fruto de la salida de los dientes o de una falta de contacto pasajera, no hay que darle importancia, salvo para tenerlo presente.
- Masajear la mandíbula del bebé suavemente, antes de que mame y cuando esté muy tranquilo.
- Ofrecerle objetos alternativos para que muerda y descargue la tensión acumulada.
- Retomar el contacto y la presencia emocional cuando se está con el bebé, intentando evitar la angustia o la tensión corporal ante el temor a otro mordisco, que es captada por el bebé.
- Evitar cualquier sistema destinado a la represión de su expresión sin olvidar buscar formas de canalizar la rabia.
- Estar atenta: normalmente hay unos signos que permiten anticiparse al mordisco. Suavemente y con los dedos de la mano, bajar la barbilla del bebé para evitar el mordisco.
- Evitar los gritos y el susto corporal, y el “eso no se hace”, en caso de que no hay podido evitarse del todo
- Si no es suficiente, consultar a un profesional especializado en temas de crianza.

Yolanda González Vara.

3 comentarios:

Rosana dijo...

Me gusta mucho el enfoque de Yolanda González en el sentido que dice que hay que buscar las causas y no una receta mágica.Comprender los motivos es importante para actuar sin perjudicar al bebé.

Elena dijo...

Es inevitable el dar un grito.No es muy agradable cuando el niño tiene dientes ya por todas partes. pero analizando las situaciones, suele hacerlo cuando estoy hablando con alguien,cuando estoy en otras cosas... Que curioso!! nunca hubiese imaginado que mordiese porque quiere que este con los cinco sentidos puestos en el.

mariajose dijo...

Hola a todos. Acabamos de recibir un comentario de Anonimo que podriamos publicar porque el final es muy interesante, pero el contexto tiene sus matices. No compartimos las formas de actuar ni tampoco juzgamos, ni la validamos. Es por esto que vamos a mover el comentario al foro para poder debatir entre toda persona que así lo desee el comentario en cuestion.
Muchas gracias y mas por las molestias en comentar este artículo.
http://demare-amare.foroactivo.com/