martes, 24 de mayo de 2011

Nueva entrevista a Carlos González


Defensor de la crianza natural y la lactancia materna, el pediatra Carlos González participó ayer en una conferencia organizada por la asociación Creciendo Juntos de Zamora, donde desarrolló sus teorías para que los padres se adapten a las necesidades de los niños para su correcto desarrollo.

-Con tres hijos, ¿ha aprendido más sobre la crianza de los niños por su experiencia personal o por su especialidad médica?
-Por experiencia, sin duda, porque la crianza no es algo que normalmente estudiemos los pediatras. La carrera te enseña el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades, no cómo criar a los hijos.


-Defiende la lactancia materna, ¿es un movimiento que está ganando adeptas en los últimos años?
-Desde siempre, la mayoría de las madres han querido amamantar, pero lo que pasa es que muchas no lo conseguían porque se les daba información y normas erróneas, además de falta de ayuda cuando tenían algún problema. Afortunadamente, cada vez hay mejor información y más profesionales capaces de ayudar, así que cada vez hay más madres que sí lo consiguen.


-¿Y las mujeres que no lo hacen, por la circunstancia que sea, se tienen que sentir peores madres?
-Pues claro que no. La que no da el pecho porque no quiere ha hecho lo que ha decidido. Tampoco es culpable la que quería hacerlo y no ha podido. Ninguna de las dos tiene por qué sentirse de ninguna manera. El problema es que hay gente que sí que quiere darlo y no puede. Y eso es lo que nos preocupa. Es a ellas a quienes queremos ayudar.


-¿Cuáles son esas dificultades para aquellas madres que quieren pero no pueden dar el pecho?
-Sobre todo la falta de información, la creencia todavía tan extendida de que a los niños hay que darles de mamar cada tres horas o que tienen que dormir toda la noche. O los errores que se cometen con respecto al peso de los bebés, que están engordando perfectamente y sin embargo les dicen que tienen que darle un biberón porque ha cogido poco peso.


-¿Qué beneficios tiene la lactancia materna para el bebé?
-Principalmente, que le gusta mucho y se lo pasa muy bien, que es lo importante. Si además, por ejemplo, parece que disminuye las diarreas, está bien, pero eso es lo de menos. No se da el pecho por eso, las madres lo han hecho durante un millón de años sin saber esos beneficios.


-¿Cuál es la esencia, entonces, de dar el pecho?
-La cuestión es que forma parte de tu vida. Es como si nos preguntáramos si los niños salen más sanos por inseminación in vitro o por el método tradicional. Este segundo es más divertido y la inseminación solo se hace cuando lo anterior es imposible. Si no, el método tradicional es mejor. Con la lactancia materna ocurre lo mismo.


-También es partidario de la crianza natural, ¿qué pautas hay que seguir?
-Se trata de que, precisamente, no haya normas. La idea es acabar con absurdas pautas que se han extendido durante varias décadas sobre cómo tienes que criar a tus hijos. Hay que hacerlo como a uno le parezca.


-¿Está relacionado con el instinto de la madre?
-Con el instinto, pero también con la lógica y con los deseos de la gente. Cuando tu hijo llora, lo primero que se te ocurre es consolarlo, pero igual que si lo hace algún otro familiar, porque es normal que cuando llore alguien no pases, y menos si es alguien que quieres. Eso es lo que desean hacer la mayoría de las madres y padres, pero durante unas épocas ha habido unas normas que decían que había que dejarlos llorar porque si no te tomaban el pelo y se aprovechaban de uno. Las madres deben saber que no tienen por qué plegarse a esas exigencias, que tienen derecho a hacer con sus hijos lo que quieran y a criarlos como ellas deseen. Y no se les hace daño por cogerlos en brazos, cantarles canciones o darles cariño y hacerles caso.


-¿Alguno de los frenos para este tipo de crianza puede ser el ritmo de vida actual?
-En algunos momentos puede ser incompatible, pero lo grave no es solo que tengamos unos permisos de maternidad que son la mitad que en otros países europeos, sino que haya gente que en el poco tiempo que la vida moderna nos deja para estar con los hijos, en vez de aprovecharlo para cogerlos en brazos, jugar con ellos o hacerles cosquillas, se dediquen a poner límites y educarles. Es algo bien triste.


-¿A España le queda todavía mucho por avanzar en la conciliación de la vida familiar y laboral?
-En general, la conciliación no es posible. O se hace una cosa o se hace otra. La única manera de conciliar que es posible en algunos empleos es volver al trabajar y llevarte a tu hijo. En muchos oficios sí que se podría hacer, como las taquilleras de un cine, por ejemplo, o detrás de un mostrador en un banco u oficina gubernamental, atendiendo clientes con un niño en brazos. No se permite, simplemente, porque no es costumbre, porque se ve feo, pero se podría hacer perfectamente. Los bebés, si los tienes en brazos, la mayor parte del tiempo estarían quietos o durmiendo.


-¿En qué ayuda a la madre la pretendida conciliación?
-Lo que nos venden como conciliación no es eso, sino tener que elegir. Si uno quiere trabajar, le ponen una guardería para cuidar al niño, pero la tiene que pagar. Y si prefiere estar con el niño, le da un permiso sin sueldo para estar con él. Desde el momento en que no se pueden hacer las dos cosas a la vez y el día solo tiene 24 horas, se tiene que decidir cuál se quiere hacer.


-¿Existe una solución?
-Los poderes públicos deben dejar de hablar de conciliar, que es una entelequia, y facilitar poder elegir cuidar a tu hijo sin que por ello te quedes sin ingresos, renuncies a la antigüedad en la empresa o a la carrera profesional, como se hace en otros países.


-Con la situación actual en España, el papel de los abuelos es fundamental. ¿Esta situación es buena para los niños?
-Para el niño siempre será mejor que le cuide el abuelo a estar en una guardería, cuando en España la ley permite ocho bebés de menos de un año por cuidadora, mientras que en otros países europeos son cuatro. Es imposible cuidarlos así, pero es que además te quieren hacer creer que si van a la guardería espabilan. Y eso no es cierto, porque con ocho no hay tiempo físico para estimularlos, cambiarles los pañales y darles el biberón. Para eso habría que doblar el personal de las guarderías y su precio.


-¿Está entonces mal organizado el sistema?
-Hemos organizado un sistema en el que el niño es el último. No se ha preguntado qué necesita un niño y se ha visto cuánto cuesta. Lo hemos hecho al revés, mirando primero cuánto nos podemos gastar, que es una pequeña parte del sueldo de la madre, porque para gastarnos todo no merece la pena trabajar. Encima en un país donde, en general, las mujeres cobran menos que los varones.


-¿Y cómo afecta esta situación a los abuelos?
-Estamos abusando de muchos abuelos, porque algunos están muy bien de salud y con ganas de cuidar a sus nietos. Pero también los hay que preferirían tenerlos solo un día por semana y poder ir a jugar al mus, hacer natación o ir a aprender danzas regionales. Pero se tienen que levantar cada día a las siete porque les llevan a sus nietos una hora más tarde. Me da la impresión de que hemos logrado la liberación de la mujer a costa de la esclavización de la abuela. Y esto no parece muy justo, porque a los niños básicamente los tienen que criar sus padres. Otras personas pueden ayudar en algún momento puntual, pero eso de tener un trabajo a tiempo completo de diez horas cuidando un nieto cuando ya había dejado de cuidar hijos para siempre no es muy lógico.


-¿Cuáles son las dudas más habituales con las que llegan a su consulta, sobre todo las madres primerizas?
-Alguna de las dudas más frecuentes es que el niño llora y pide brazos, pero es que lo normal es que los niños estén en brazos. O que se despiertan por la noche, por lo que es más práctico poner al niño a dormir con los padres, para no tener que levantarse de la cama cada vez que se despierta. O que el niño pide el pecho antes de que pasen las tres horas, algo normal, porque hay que darlo cada vez que el niño lo necesita.


-Por último, ¿qué consejo les daría a las madres para criar a sus hijos?
-Deben intentar pensar en lo que es mejor para su hijo y olvidarse de lo que recomiendan unos y otros y de lo que han leído en los libros. Tienen que ver más con cómo es feliz mi hijo y mirar qué les está pidiendo en cada momento.


Además de reconocido pediatra, Carlos González es fundador y presidente de la Asociación Catalana Pro Lactancia Materna (ACPAM). Este maño estudió la carrera de Medicina en la Universidad de Barcelona para especializarse después en Pediatría. Es miembro del Consejo de Asesores de Salud de la Leche League Internacional, asesor de la iniciativa para la Humanización de la Asistencia al Nacimiento y la Lactancia (IHAN) y especialista en lactancia materna por la Universidad de Londres. También ha publicado varios libros para padres, entre los que destacan «Un regalo para toda la vida», «Bésame mucho» o «Mi niño no me come», además de participar en numerosas revistas de pediatría y crianza.

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